domingo, 6 de julio de 2014

CIEZA. ANTES Y AHORA

Historia recogida por Pedro Jesús Rodríguez Lucas
CIEZA. ANTES Y AHORA

En esta redacción voy a contar cosas y costumbres que han cambiado en Cieza en los últimos años.
Como yo solo tengo 13 años, mis abuelos me han contado muchas de las cosas que aquí relato.

Refiriéndonos a grandes acontecimientos en la historia vividas en Cieza, mi abuelo dice que es digno de mención que en la postguerra existía un campo de concentración en el paraje de Ascoy*. A pesar de las circunstancias, este campo de concentración era distinto a todos los demás que existían por la bondad del trato que se daba a los detenidos. Tal es así, que dejaban diariamente que los presos salieran del campo de concentración y fueran a un lugar donde había un bar, para tomar un aperitivo o comer. Mi abuelo recuerda que siendo niño le llevaba ropa limpia y algo de comida a un hermano que se encontraba allí preso.

Mi abuela me ha contado que ha habido muchos cambios en el desempeño de la tareas domésticas, entre ellos fregar los suelos y lavar la ropa. Antes las mujeres tenían que arrodillarse para fregar los suelos a mano y con el invento de la fregona (fue un español quien la inventó) se acabó este suplicio. Para lavar la ropa, las casas tenían una pila para frotar y lavar a mano y en las casas donde no había pila las mujeres tenían que ir al lavadero de la fuente o a la orilla del río. Actualmente gracias a la lavadora las mujeres ya no tienen que lavar de esa forma. También desapareció la plancha de carbón, las cocinas de leña, etc…

Antiguamente el centro del pueblo estaba en la Plaza del Ayuntamiento. Si alguien se iba a vivir a la zona donde está actualmente la Plaza de España, parecía que se iba a vivir fuera de Cieza porque solo había campos y frutales.



Hay calles que han cambiado de aspecto, entre ellas la calle Mesones. Debe su nombre a que antes existían en esa calle dos posadas o mesones. Una de ellas era la Posada de la Sorda, se llamaba así porque la dueña no oía bien. La otra se llamaba posada de las Monjas, porque estaba enfrente de las monjas Claras. Actualmente estas posadas ya no existen y en su lugar se han construido viviendas.

Dice mi madre que cuando ella era niña mis abuelos le tenían  prohibido cruzar la Gran Vía porque era la carretera nacional. Debido al tráfico y a pesar de los semáforos siempre tenía que acompañarla un adulto para que no la pillara un coche.

Mi abuelo dice que una persona importante en Cieza fue Pepe Lucas, más conocido como “Pepico el practicante”. Donde más destacó fue en su profesión, en su dedicación y por su amabilidad. Como antes no había hospital en Cieza ni centro de salud, si el Ambulatorio estaba cerrado, era el practicante el que iba casa por casa de los pacientes que estaban enfermos a ponerle las inyecciones. Había una penicilina que se tenía que poner cada tres horas, de día y de noche, así que el practicante era muy querido en todas las casas del pueblo por su buen hacer.

Hay muchos objetos que han caído en desuso con el paso del los años. Uno de ellos es el garbillo que servía para separar y filtrar granos de tierra o de cereales. 
Otro utensilio que tampoco se utiliza es el brasero de carbón. Era un recipiente de metal en el que se ponían las brasas del fuego de leña y se situaba debajo de la mesa de camilla para dar calor. Todos los miembros de la familia se sentaban cubriéndose con las sallas de la mesa en los meses de invierno. Hoy en día ya no las utilizamos y en su lugar tenemos radiadores eléctricos, estufas o calefacción central.

En cuanto a los pequeños comercios, han desaparecido la tienda del Torcío, que estaba cerca del mercado y otra tienda que había en la cuesta de la Villa. Esta última tienda se llamaba “La Cochera” y era muy grande, abasteciendo a gran parte del pueblo. Actualmente estos y otros pequeños comercios han desaparecido. Sin embargo, cada vez se abren nuevos establecimientos de cadenas comerciales que están arruinando al pequeño comerciante del pueblo.

Dicen mis abuelos que en el año 1945 hubo un acontecimiento que arruinó la cosecha de casi todas las taúllas de Cieza. Me refiero a la Gran Riada del Obispo que no solamente perjudicó a la cosecha sino que también mató a muchos animales: peces, borregas, cabras …

La alimentación también ha cambiado mucho. En las casas la madre o la abuela hacía un puchero para que comieran todos los miembros de la familia. Se tomaban muchas más legumbres, cereales y verduras que hoy en día. Los niños no sabían lo que era una pizza, un kebab o una hamburguesa. Se comía comida de olla y si había lentejas y los niños se quejaban su madre les decía “Hoy hay lentejas. Si quieres las comes y si no las dejas”, pero no les hacía ninguna otra comida como alternativa. Dice mi abuela que solo se comía yogurt blanco en vaso de cristal cuanto te ponías malo.

Por otra parte, los niños llevaban pantalón corto hasta que eran mozos y las niñas no podían llevar pantalones, ni minifalda ni escotes. Muchísimo menos la gente se hacía piercings o tatuajes.

Para finalizar, la vida antes era igual de divertida que ahora. Como no había tele, la gente se entretenía con la radio u oyendo música con los gramófonos. Como no había Play, Nintendo ni otros videojuegos, los niños se divertían jugando en la calle con sus amigos y vecinos a juegos como: el zompo, las canicas, agua y remo, las trolas, la taberna moderna, las chapas, el pañuelo, etc…

1 comentario:

  1. El campo de concentración de Ascoy albergó a unos 800 prisioneros, lugar desde el que se fueron trasladando presos a la cárcel de Cieza (con unos 2.000 recluidos)
    Una de las primeras consecuencias derivadas del elevado número de presos y de la escasa consideración hacia estos de las autoridades políticas y penitenciarias se registró en la alimentación. Comer en España después de acabar la Guerra era altamente difícil para casi toda la población, pero quienes sufrieron esta situación de manera muy especial fueron los presos de las cárceles españolas, que aunque recibían desayuno, comida y cena, ni la cantidad ni las calorías administradas se ajustaban en la realidad cotidiana a lo recomendado por la propia legislación franquista.
    La preocupación por la salud y la subsistencia hizo que no se atendiera en igual proporción la salvaguarda de los restantes derechos civiles coartados por el Régimen. Las carencias de todo tipo en los años cuarenta predisponían a los españoles a favor de cualquier decisión gubernamental que pudiera incidir en la mejora de las condiciones de vida, por mínima que esta fuera.
    La obsesión del sistema dictatorial por el control de hasta los detalles más pequeños, de todo aquello que pudiera suponer o significar una mínima oposición al régimen, conllevó la persecución y el castigo. Hasta cantar se convirtió en delito.
    “Allí en Cieza lo único que pasó es que tres mujeres que fueron a ver a sus maridos que estaban allí en la cárcel, pues a llevarles la comida y se iban en el tren, y cuando se iban por la tarde, iban cantando y, una de ellas era prima hermana mía, e iban cantando eso de llevo sangre de, y en vez de decir de reyes decían de Rusia en la palma de las manos, y llegan allí a la estación y el jefe de la estación, se ve que era bueno también, total que las denunció, y estuvieron tres meses allí en la cárcel”. (J.P.L)
    Bibliografía: Memoria y vida cotidiana en grupos de oposición al franquismo en Murcia: reconstrucción de experiencias vividas a través de nuevas fuentes, de Fuensanta Escudero Andújar.

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