domingo, 6 de julio de 2014

El Ángel de las mantas

Historia recogida por Isabel Lucas Zamorano 
Ángel Lucas. “El Ángel de las mantas”. 

Charlatán: Vendedor callejero que anuncia sus productos a voces.

Mi abuelo fue una de esas personas que, con el camión dando vueltas por las ciudades, se paraba en una esquina, abría el maletero y comenzaba a vender. Poco a poco, la gente llegaba, se disponía en forma de corrillo in crescendo y la magia comenzaba. Mi abuelo, Ángel Lucas, vendía mantas (de ahí el apodo), pero, en realidad, era charlatán.


Inicialmente, comenzó vendiendo trajes por los campos de Cieza. Luego, tras conocer a Ramonet, que era charlatán, comenzó a interesarse por el oficio, llegando a ser el alumno más aventajado de éste. Tras haber conseguido una buena técnica, comenzó a buscar una salida. Y aquí llegaron las mantas. Comenzó a trabajar como vendedor ambulante de una fábrica de mantas de Alcoy. Raro era el mercado en el que no había una esquina con un camión parado del que se sacaban jabones, bolígrafos, peines y demás enseres, además de las mantas. Y entonces, se oía: "Venga señora, todo aquel caballero que quiera acercarse aquí solamente por cinco minutos que vamos a estar en esta plaza. Soy el Ángel de las mantas. El as y el rey de la baratura, el único en España que hace barbaridades con sus artículos. Vendemos mantas, mantelerías, juegos de cama, colchones, peines y lavativas. Así, este peine para usted, señora, este peine para usted, y este peine para usted". La gente comenzaba a rodear el camión y él comenzaba su tarea de vendedor. Poco a poco, los lotes de mantas ofertados al público engrosaban su contenido a modo de lo que hoy denominamos “teletienda” y muchos eran los que se llevaban el lote a sus casas, siempre portados éstos por mi padre y mis tíos a los que mi abuelo les llamaba “calipatricios”. Y así, día tras día, trabajando mañana y tarde para mantener a los 9 hijos.


Luego llegaron los equipos de sonido para los coches, y comenzó a anunciar el fútbol. Tras el éxito de los primero anuncios, comenzó a anunciar el Gato Azul, las rebajas de algunas tiendas y los muertos. Una apuesta arriesgada e innovadora que todavía hoy se sigue haciendo. Redactó un texto, todavía vigente en la actualidad, en el que, con voz solemne y pausada, se anunciaba el nombre del fallecido, el apodo, el duelo y la misa. Posteriormente, las funerarias se interesaron por esta apuesta y la incorporaron a sus servicios. Durante la Transición, los anuncios de los mítines multiplicaron el trabajo. El equipo de sonido del coche se quedó pequeño, y hubo que poner uno de mayor potencia, que multiplicó, aún más, el trabajo de anunciante: colaboración con la policía para avisar de la retirada de vehículos e, incluso, colaborar el día el la Romería con la puesta del equipo de sonido en la ermita a la hora de la misa, algo que, hoy en día, uno de mis tíos sigue haciendo. Pero su tarea como charlatán no se limitó a vender. Se presentó a concursos, ganando algunos de ellos. 
 Mantenerse toda la vida en Cieza, con su oficio no fue fácil. Sin embargo, gracias a su don de gentes, al esfuerzo y empeñó que puso en dicha tarea, pudo sacar adelante a su familia. 
 La voz de este charlatán se apagó hace 30 años, en 1983. Desde entonces, se siguen manteniendo muchas de sus rutinas de anunciante, como la de los muertos, los avisos de retirada de vehículos, los mítines en épocas de elecciones, los toros, el equipo de sonido de la Romería… La voz se apagó, pero su recuerdo sigue vivo. 

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