domingo, 15 de mayo de 2016

Somos lo que soñamos ser





Un abuelo chulico - Un día de lavandería

Con motivo de la Semana Cultural celebrada en el IES entre el 18 y el 22 de abril, salió de impresión otra pequeña Historia de las gentes de Cieza. Si acaso no llegó a tus manos, aquí puedes leer las historias recogidas por Myriam y Raquel Salinas.


http://www.calameo.com/read/002541469d0370bac8038

miércoles, 20 de mayo de 2015

La escuela de mis abuelos

Con motivo de la celebración del Día del Libro 2015, la Biblioteca del IES Los Albares ha editado uno de los textos redactados durante el curso anterior:

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Antonio Salmerón

Éramos tres hermanos, pero yo era el mandaero de mi casa y podía ir poco al colegio.
Cuando mi hermano nació, me acuerdo cómo entró la comadrona a casa y parteó a mi madre, y le dijo a mi padre: "ya tienes otra minina".
A lo siete años ya empecé a trabajar, porque había mucha miseria y se ganaba poco; yo ganaba 18 reales, diez horas que echaba dándole a la rueda.
Jugaba allí en la Plaza de los Carros a la Taberna Medir, al Tranco, al Pagao, y en un equipo de cinco hacíamos cinco agujericos en la tierra, y si la pelota caía en el mío, tenía que cogerla corriendo y tirarle a uno, y si le daba, él se quedaba.
De joven venían los segadores de Albacete a la Posada, hacían un círculo como los indios con los carros, encendían una lumbre y, como había pocas casas con agua (cuatro: mi casa, donde mi abuelo tenía una tienda; la Pacha, el Mocho y Cayuelas), venían a llenar los calderos para cocinar y lavar. Echaban un mes segando y volvían a la Plaza, y llevaban unos galgos altos "porque si sale una liebre mientras segamos, ya tenemos la cena".

Trabajo infantil

"Empecé a trabajar a los siete años, yendo con un burro a la Estación desde debajo del Peñón de la Chinica del Algar, donde mi abuelo y mi padre llevaban veinte tahúllas de las tierras de doña María de Arce y de Arturo el inglés, el que tenía el garaje..."

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Antonio Saorín, el Ñoño

Reproducimos una entrevista a Antonio Saorín, el Ñoño, actualmente jubilado, quien fue aspirante a torero, y se ganó la vida en una fábrica de cañizos y de camarero.
Más información sobre este personaje, aquí.

miércoles, 15 de octubre de 2014

De la alcaldía a la prisión

Escrito por María Marín Ros. Contado por José Ros Morote
Mi abuelo tenía dos o tres años cuando empezó la guerra. Él recuerda que su padre estaba metido en la política, y en aquellos tiempos fue alcalde de Cieza y gobernador de Murcia. En Cieza, hubo familias que pasaron hambre y otras que no, pero mi abuelo dice que su padre se preocupaba más por el pueblo que por su familia, así que él y sus hermanos sí que pasaron hambre, por eso su madre tenía que trabajar para que pudiesen vivir.
El padre de mi abuelo era socialista y, cuando pasó la guerra, lo metieron en la cárcel por estas ideas políticas. Estuvo en la prisión de Cieza, Murcia y Burgos, donde fue amenazado con pena de muerte.


Entonces mi abuelo empezó a ir al colegio, aunque era muy diferente al actual. No iba todos los días, ya que también ayudaba a su familia trabajando. En el colegio le daban de comer a él y a sus hermanos porque su familia estaba pasando por una situación económica difícil. Mientras, la madre de mi abuelo tenía que trabajar cosiendo para ganar dinero y sacar adelante a sus hijos. Aun estando su padre en la cárcel, mi abuelo y sus hermanos tuvieron que empezar a trabajar para poder subsistir, así que mi abuelo, con siete años empezó a trabajar con esparto, dándole a la rueda, haciendo estropajos, hilando, etc..
Entonces fue cuando su padre salió de la cárcel, y mi abuelo empezó a trabajar como albañil.

El pueblo, en aquellos tiempos era mucho más pequeño que ahora, se basaba en el casco antiguo y el actual “Paseo de los Mártires”, y todo lo demás eran campos de cultivo, lo que actualmente es totalmente diferente, ahora está todo edificado, el pueblo ha crecido muchísimo. Ha cambiado todo, las viviendas solían ser casas y ahora suelen ser edificios. Los comercios eran pequeñas tiendas y no grandes supermercados.