Historia recogida por Beatriz Yuste Camacho
Imagen: Carmelo Buitrago |
Ella vivió de pequeña en una época muy pobre, y más aún el que era del proletariado, y su familia no tenía mucho dinero.
Su historia comienza un viernes cualquiera, era la mayor de cinco hermanos, por lo que tenía que cuidar de los más pequeños y ayudar a sus padres a ganar dinero. Por tanto, todos los días, antes de comer ella y sus hermanos, llevaba la comida a su padre.
Y como he dicho antes, un viernes cualquiera de su vida, mientras venía de llevar la comida a su padre, se encontró con un árbol un tanto extraño, tenía un gran agujero por donde una niña de su altura entraba perfectamente. El árbol era bastante grande y tenía unas ramas grandes y resistentes como para sostener a una niña, o más bien, a una cabaña.
Como era pobre, no tenía dinero para comprar ningún juguete, por lo que vio en aquel árbol la oportunidad perfecta de olvidarse de su aburrida vida rutinaria, por fin podría dejar de ser una niña-mujer para poder ser una niña. Así pues, todos los días buscaba madera, mantas viejas… cualquier material que pudiera utilizar para terminar su “castillo”. En un mes aproximadamente, con mucho trabajo, pudo terminar su obra, y aquella niña aburrida y triste, tuvo un lugar donde divertirse y ser feliz.
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