Verónica Valcárcel Ramos
La Guerra Civil y la posguerra no fueron buenos tiempos. Todos sabemos lo que ese periodo de nuestra historia supuso para España, pero ya poca gente recuerda cómo fue el día a día durante aquella dura etapa. Nuestros abuelos, por desgracia, tuvieron que vivirlo.
En aquellos momentos tan sólo había miseria, las enfermedades recorrían las calles arrasando con los más débiles. Fue un periodo de sufrimiento extremo en el que cualquier esfuerzo por salir de esa pésima situación resultaba inútil, pues los medios económicos no eran suficientes para afrontar todas las necesidades que había.
Siendo niños tuvieron que vivir sin un colchón sobre el que dormir, sin un trozo de pan que llevarse a la boca, mendigando para vivir. La ropa escaseaba y con sólo unas prendas tenían que pasar las semanas; los medios eran muy pobres, el agua se cogía de la fuente donde también se lavaba la ropa y las carreteras eran de tierra. Fue preciso realizar muchos cambios para mejorar la situación; para ello pronto tuvieron que llevar dinero a casa y muy jóvenes comenzaron a trabajar dejando de lado la educación a la que debían de haber accedido sacrificando su infancia por sobrevivir.
Imagen: Club Atalaya - Ateneo de la Villa |
El ejemplo más cercano del que tengo conciencia es el de mi abuela, que siendo una niña comenzó a trabajar picando esparto, pues el esparto siempre fue una de las actividades económicas que durante muchos años ha mantenido la economía de este pueblo de Cieza. Este trabajo consistía en recoger el esparto que se encontraba en el monte, transportarlo hacia almacenes y una vez allí las mujeres y niñas realizaban la tarea de poner el esparto debajo de enormes mazos con el fin de picarlo para posteriormente hacer “lías”, oficio que desempeñaba mi abuelo. Era de estas “lías” de donde se sacaban las alfombras, calzado y otras muchas más cosas. Éste no era un trabajo muy bien remunerado pero bastaba suficiente para traer dinero a casa y sobrevivir con lo justo.
La posguerra al fin terminó y poco a poco la calidad de vida fue mejorando para beneficio de todos los que tuvieron que afrontar aquellos momentos.
Y es que es ahora cuando, por fin, nuestros mayores tienes la vida que se merecen tras haber pasado tantas penurias. Esto es tan sólo una resumida historia de lo que, en realidad, se vivió y es por eso que debemos admirar a aquellas personas que supieron salir adelante a pesar de las adversidades.
Porque ellos lo merecen…
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